PONENCIA COMO
MUJER SOBRE EL ABORTO
En la
actualidad hablamos del aborto con tanta superficialidad, que diera la
sensación de estar hablando de un simple acontecimiento intrascendente de la
vida de la mujer y de la comunidad.
No se toma como
principal prioridad el procedimiento de dar a conocer sensatamente sus
consecuencias de complicados peligros al arriesgar la vida con antecedentes de resultados mortales por
hemorragias ginecológicas o sus secuelas psicológicas traumáticas de
sentimientos de culpas complejos de superar.
Conozco varios
casos de mujeres que se han pasado el resto de sus vidas contando los años que
tendría esa criatura que en su momento interrumpieron la gestación.
Haciendo un
poco de historia para profundizar en el tema, el infanticidio es un
acontecimiento prehistórico aplicado y adaptado a los destinos de supervivencia
fortuita en el transcurso de las civilizaciones, y no podemos negar esta
realidad por más cruel que nos resulte aceptarla.
Las madres no
solo debían tener abnegación por sus hijas e hijos sino además desplegar valor,
determinación y firmeza. No era solamente traer hijas o hijos al mundo sino que además
debía velar que ellos permanecieran en el equilibrio correcto con la población existente
y con el recurso potencial de manutención. Era ella la que decidía y ordenaba sobre esa hija o hijo parido con dolor su providencia
final.
Por dar un
ejemplo contemporáneo debemos recordar la niñez arrojada en zanjas, pozos
ciegos, o verla cruelmente en las laderas desbarrancadas moribundas como
pueden atestiguar los que recogían los hijos e hijas de soldados norteamericanos en
la guerra de Vietnam.
Señalemos
además la suerte más sanguinaria sufrida por millones de niñas que perecen poco
a poco por la desatención de enfermedades infantiles fatales a causa de
desnutrición crónica. En culturas actuales los varones son un capital y las
mujeres una desventaja resultan ser una consecuencia del mercado laboral, cuando
los niños enferman las familias hacen todo lo posible para su sanación mientras
que cuando eso sucede en las niñas no tienen otra alternativa que volver la
cara hacia la pared y esperar a dejarla morir por hambre, esto no es
prehistoria sino mundo actual.
La Criminología
infantil ha sido siempre más aplicable a las niñas que a los niños, con una
muerte tortuosa y lenta en lugar de sufrir su aniquilamiento inmediato al nacer
mediante un opiáceo (1) indoloro.
El
tema está por demás claro, si la decisión política es de no alimentarla por
haber nacido mujer, no la condenen a vivir confinada a un sufrimiento atroz. Nadie
presta oídos a este estremecimiento de sólo imaginarlo.
“Marvin
Harris” afirma en términos incuestionables: En verdad el método de control de
la población más extensamente usado en buena parte de la historia de la
humanidad ha sido de alguna forma el infanticidio de los recién nacidas de sexo
femenino en su mayoría. Si bien es posible neutralizar el costo psicológico de
matar o hacer morir de inanición a las niñas recién nacidas definiéndolas como
no-personas (tal como los que favorecen el aborto, que definen a los fetos como
no bebes), no resulta fácil anular el costo material de nueve meses de embarazo
con todas sus implicancias.
Es
posible suponer en la mayoría de los pueblos que practicaban el infanticidio
preferían no ver morir a sus hijas e hijos. Pero las alternativas –el descenso radical
de los niveles de la alimentación- han sido consideradas como menos deseables
aun, por lo menos en las sociedades pre-estatales.
Todos
los pueblos cazadores o agricultores habían matado a uno del par de mellizos,
ya que las mujeres no podían tener cargado a más de un niño. El nacimiento con
intervalos demasiado cortos se solucionaba en parte por la esterilidad derivada
de la lactancia y por la abstinencia, pero cuando fallaban estos métodos se
recurría al infanticidio.
El
niño cuya madre moría en el parto, estaba condenado a muerte porque no había
quien lo amamantara. A veces no se permitía vivir a un niño si su padre hubiese
muerto. La niñez con defectos cuyo cuidado habría sido una carga intolerable
eran también sacrificados. Aquellos cuyas madres no tenían leche morían de
inanición.
Cuando
existía un tabú frente a las relaciones sexuales durante la lactancia, el
nacimiento de una niña podía postergar durante años el nacimiento del varón deseado, y por lo tanto era
necesario matarla. En casi todos estos casos se invoca siempre alguna razón
sobrenatural para demostrar que los actos no fueron deseados sino que estaban
prescriptos, de modo que el padre responsable podía llevarlos a cabo con
profundo sufrimiento y resistencia, a la vez que convencido de haber cumplido
un pesado y horrible deber era la única forma posible de acabar con el obstáculo
para que pronto llegara el primogénito. (2)
Esta
breve síntesis del antropólogo Harris demuestra que el infanticidio siempre
tuvo una sentencia ampliamente justificada para ejecutarlo y podría seguir
escribiendo sobre el tema en forma casi ininterrumpida de la infinidad de apologías
que se le adjudicaban a la criminología infantil.
¿Entonces me
pregunto qué es lo que estamos cuestionando hoy?
Legal o ilegal
el infanticidio o aborto seguirá siendo parte de esta sociedad desequilibrada,
tal vez bajo otros conceptos, leyes estatales, demográficas o religiosas pero nunca
inevitables.
En realidad
estamos hablando de un tema de extrema gravedad social y cultural al que
deberíamos tratar con más sensatez y responsabilidad en su cabal examen para
tomar una resolución final y determinante que proporcionen menores consecuencias
evitando tanta mortandad infantil.
Definir mi
posición sobre el tema tan cuestionado no está en mi propósito como opinión
concluyente e irrefutable, sería adoptar una actitud enjuiciadora y desacertada
considerándome una mujer defensora de los legítimos derechos de la mujer como
parte de un todo llamado humanidad, pero reconozco que no me agrada ver esas
manifestaciones callejeras con pancartas alusivas al aborto como si
estuviéramos hablando de una política partidaria que en muchos casos juega con
ese perfil, para que algunos políticos inescrupulosos hagan falsas promesas a
cambio de votos.
Esa definición corriente
de: “mujeres con derecho a decidir”, me resulta una frase por demás inacabada, creo
que tenemos derecho a decidir inclusive muy a pesar de estar en contravención
de una ley que consideramos desatinada, inaplicable u obsoleta, en la medida que esa decisión no afecte el
curso natural de la convivencia dentro de una sociedad la cual debemos respetar
sus normas a pesar que estemos en desacuerdo con su aplicación.
El aborto ilegal
tanto como el legal se diferencia en la asepsia que este último aplica, y
podemos llegar a decir que está amparado por ley o decreto promulgado en
cada país de origen sin dejar de ser una forma de infanticidio con otro nombre
aggiornado en los últimos años, pero
sigue permaneciendo en silencio los graves riesgos de muertes hemorrágicas que
se corren en ambos casos, descartando la aberrante carnicería humana por la derivación
de varios métodos como la succión, dilatación o curetaje (raspado uterino),
cesárea que cortando el cordón umbilical en lugar de llevar a la niña o niño a un lugar
de cuidados intensivos se lo tira en una cesta quirúrgica aún con vida como si
fuera la extirpación de un tumor maligno.
Siempre la
humanidad encontró una forma alevosa de cometer infanticidios que pueden
causarnos mayor o menor espanto de acuerdo al grado de sensibilidad que nos
caracterice y la forma de realizarlos.
Frente a la
religión católica a la cual puedo decir que me vínculo, es derivación de la
educación inculcada en mi infancia, pero de ninguna manera esta bajo mis
perspectivas aceptar el criterio inquisidor que adopta, porque a estas alturas
de mis años tengo graves discrepancias con la ortodoxia en al que se maneja un
patriarcado vetusto y depravado, adicto a la pedofilia y homosexualidad con muy
escaso comportamiento para opinar moralmente respecto de cualquier tema social
y mucho menos en lo concerniente a la mujer, sin ética ni moral le cabe autoridad
para dar una opinión por como la ha vilipendiado siempre en la historia del
catolicismo, comenzando por el antiguo testamento siendo considerada el origen
de todos los males, mostrando a María Magdalena como la prostituta más antigua
y famosa en la historia del mundo, con un Herodes pagano y parricida buscando
al mesías, como también del cristianismo
con la negación al reconocimiento de la Madre de Jesucristo y como en todas las religiones monoteístas
masculinas aún vigentes en la actualidad
si nos ponemos a detallar cada una en particular.
Este contenido asimismo
daría lugar para entrar en una exposición de varios tomos enciclopédicos en los
diferentes cultos sobre el tema mujer y discriminación en teología.
Tampoco puedo
definirme a favor de intereses multinacionales que manipulan la salud tan solo
con fines de lucro y no con fines de salvaguardar vidas, sanar enfermedades o sus
adelantos científicos como protección para la humanidad.
¿Entonces donde
debemos situarnos para tratar de lograr una equidad en un tema tan descalificado
por algunas personas y tan prioritario y
perentorio de solucionar para otras? ¿Definiendo su legalidad?
Todo esto es efecto
de una consecuencia la cual no hablamos con toda franqueza llamada causa,
origen, inicio, miedo, vergüenza, condena, superstición, ley, ética, moral,
promiscuidad, pobreza, aborto o criminología infantil y es ahí realmente donde
quiero enfocar este argumento.
En esta nueva
era que temporalmente considero estar de paso, mi ánimo es dejar un mensaje que
tenga utilidad para las generaciones venideras, coincido con el lema que
tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, pero ¿tenemos conciencia
realmente de las consecuencias graves que pueden resultar de algunas decisiones
arrebatadas impulsivamente por presiones culturales o externas? Creo que el
mundo nunca podrá tomar un arbitraje ecuánime sobre el aborto o infanticidio,
porque los casos individuales que pueden presentarse son disímiles y resultan
innumerables tanto sean culturales como teológicos o estrictamente personales.
No me encontré enfrentada
ante tal comprometida decisión, porque siempre tome los recaudos para evitarlo,
pero dejo sentado como precedente que consideré siempre que no existe bajo mi
criterio ley universal que me obligué a parir el producto de una violación ocasionada
por un malicioso engendro. Interrumpiría bajo cualquier método la gestación
para evitar su continuidad genética porque pondría en riesgo el devenir y la evolución
de la sociedad.
Lamentablemente
de eso tampoco escucho hablar a los científicos especialistas en genética. (3)
Veremos
entonces cómo tomar el caso para que nos sirva lo mejor posible de reflexión.
En principio
los gobiernos pueden manifestarse a favor de la niñez de una forma aparente
pero muy hipócrita, el hecho es en realidad que a los gobiernos no les interesan
la infancia en sí misma, sino en reclutar aún en nuestros días mano de obra para
el futuro.
Las sociedades
modernas son las únicas en cuanto a la hostilidad que abriga hacia ella, es
aterrador ver a lo que está expuesta la infancia en la actualidad como muestran
los medios de comunicación masiva diariamente: drogadicción, prostitución
infantil, desnutrición, muerte por inanición, abandono, explotación y abuso, violación seguida de muerte, maltrato o violencia familiar, etc.
No comprendo a
esta sociedad indiferente, impasible ante la barbarie, espantados pero
insensibles, ocupados en el sálvese quien pueda porque mi familia está
protegida, no tengo tiempo pero lamento lo que pasa, creo que hubiera sido muy beneficioso abortar
esa generación genética creadores de sistemas criminológicos clandestinos.
Debemos tener
en cuenta insólitamente que de acuerdo donde estamos paradas en el planisferio,
el aborto o interrupción del embarazo tiene diferente derivaciones con sus respectivas consecuencias y
también sería para tomarlo en un apartado individual tocar el tema, porque el
infanticidio existió de diferentes formas desde la prehistoria, claro está entonces
que esto no justifica en absoluto la desmedida aplicación que pueda derivar el
hecho en la actualidad.
Las ideas
sentimentales sobre la concepción desdibujaron como se desenvuelve desde su
origen, en realidad, la maternidad es un fenómeno sangriento, comenzando con la
primera menstruación, a través de los embarazos, partos prematuros, abortos espontáneos,
muertes infantiles y fallecimiento imprevistos de las mismas parturientas.
Embarazarse
implica correr el riesgo de muerte, además de sufrimiento asumido y trasmitido
en generaciones por una cultura que dice: que las mujeres por haber probado del
árbol del bien y del mal y habiendo llevado a Adán por mal camino, dios las
castiga alevosamente para parir. Para hacer
una síntesis en el origen de una de los mitos más antiguos de la humanidad y aún
vigente.
El infanticidio
clandestino no es un problema especifico de jóvenes deshonradas, que arrojan a
sus recién nacidos en el tacho de residuos en un paroxismo de locura posparto.
El juzgamiento
y condena es alevoso y lapidario para la mujer, es un aspecto oscuro y secreto
de la maternidad misma donde pueden estar involucrados indiscutiblemente terceros
encubiertos.
Caracterizar a
las mujeres en cierto modo inhumanas o bien sanguinarias, únicas en cometer semejante
atrocidad cómo también se encarga de divulgarlo el periodismo morboso y censurador,
los hombres han logrado erigir superestructuras deslumbrantes de una ideología
en la que hoy queda poco lugar para ellas aunque oportunamente causaron el daño
previsto, cuyo engañoso idealismo se apoya en la desnuda realidad de la lucha
de las mujeres con las fuerzas de la vida y de la muerte, abandonada su
custodia en forma exclusiva en ellas.
Cualquier mujer
luego de dar a luz ese acto deplorable de colocar a la criatura recién parida en una bolsa
de residuos para arrojarla en un basural o en un pozo ciego, le resultaría casi
imposible llevarlo a cabo sin ningún otro tipo de colaboración clandestina que
la asista.
Desconocemos
las razones o la realidad de lo sucedido pero aun así la juzgamos hasta
lapidarla frente a la sociedad, hay infinidad de casos que ni siquiera se les
da por enteradas de lo ocurrido amparándose en el argumento: “nació muerta es
mejor que no la veas”, para luego tener la posibilidad monstruosa de matarlo por tráfico de órganos o venderlo en adopción.
Ninguna persona puede aprender lo que es el respeto por la vida, si la cultura en la que
se encuentre atrapada no le enseña el valor por su propia vida.
Hablar en estos
términos tan reales correspondería a calificar dicho concepto como legalista más
bien que moral, en el sentido que “moral” se refiere en términos específicos a
nuestra responsabilidad frente a los demás más que frente a la ley y es por temor
que no enfrentamos la verdad.
La evidencia más
palpable de la confusión está llena de hipocresía frente al problema del aborto
es que las autoridades de la salud no prevean asistencia psicológica a las
mujeres que pierden a sus bebes deseados en una etapa avanzada del embarazo. A
pesar de ello las mujeres no reciben otro tratamiento que el consejo de volver
a casa y probar otra vez, algo que la mayoría de ellas está demasiado asustada y
humillada como para intentarlo nuevamente, cuanto menos se le presta entonces a
aquella mujer que se encuentra frente a la encrucijada de tener que afrontar la
interrupción de su embarazo o el fallecimiento inesperado de la criatura.
Una medida
eficaz y útil sería establecer los servicios de aborto que pasan a ser llamados
servicios anticonceptivos en muchas partes. La asistencia del parto tradicional
podría llevar a cabo los tratamientos sin el dramatismo y la doble repugnancia
que caracteriza al aborto aún ante los ojos de sus partidarios, cuando la succión
viene practicándose en forma ilegal y la espiral provoca abortos en forma
indiscriminada.
Dada la
frecuencia con que muchos métodos anticonceptivos sólo pueden calificarse como
abortos disimulados, es justo entonces considerar el aborto quirúrgico y legal como una extensión de dichos métodos.
Es enorme el
número de mujeres obligadas a abortar por la pobreza, el cónyuge, los padres o la
violencia intrafamiliar. La pobreza tiene muchas caras. El aborto obligado por
motivos económicos es una tragedia social, de las malas gestiones gubernamentales y la falta de educación sexual en las escuelas.
Las administraciones
futuras, no deberán ser un privilegio especial conferido a las mujeres sino la solución
como consecuencia del fracaso del sistema vigente en la tarea de proveer
facilidades de supervivencia a la niñez y apoyo a sus respectivas familias para
la continuidad de la especie.
Una mujer puede
decidir no ser madre por voluntad propia sin ser mal vista por ese motivo, ese
es también un derecho a decidir sin correr riesgos innecesarios.
Debemos educar
al varón para que comprenda la difícil situación que se presenta ser mujer generadora
de vida indeseada y aprenda a cuidar su promiscuidad, esto evitaría una polémica
de opiniones infecundas.
Si seguimos en
este camino de discrepancias creo que las tumbas superaran a las cunas.
©María Cristina Garay Andrade©
Buenos Aires - Argentina
©María Cristina Garay Andrade©
Buenos Aires - Argentina
(1) (El término opiáceo
se refiere a los alcaloides presentes en el opio, un extracto de la exudación lechosa y blanca
obtenida de la incisión de la cápsula de la amapola o adormidera (Papaver somniferum L.). También se ha
utilizado tradicionalmente para referirse a los derivados naturales y semi-sintéticos
de la morfina. Este término es con frecuencia usado
incorrectamente para referirse a todas las drogas con acción farmacológica
similar al opio o a la morfina. Éstas pueden clasificarse más apropiadamente
bajo el término opioide.
Los
principales opiáceos provenientes del opio son la morfina, codeína y tebaína. La papaverina también está
presente, pero prácticamente no tiene efecto sobre el sistema nervioso central, por lo que no
se considera un opioide.
(2) Marvin
Harris (Brooklyn,
18 de agosto
de 1927
- Gainesville, 25 de octubre
de 2001)
fue un antropólogo estadounidense,
creador del materialismo cultural y muy conocido por sus
obras de divulgación de la antropología. Profesor del departamento de
antropología de la Universidad de Columbia, en 1981 se trasladó a la Universidad de Florida.
(3)http://www.monografias.com/trabajos/genetica/genetica.shtml
Bibliografía consultada: “Sexo y Destino”
Germanne Greer (1985)