HIPATIA 
(370-413?) La primera matemática y strónoma

Unos años después de que el emperador Constantino decretara el cristianismo como religión oficial, el mundo de las ideas y la fe dio un giro importante en todo el territorio del Imperio Romano. Mientras años atrás muchas mujeres y hombres dieron su vida por una fe, la de Cristo, prohibida y perseguida, ahora le tocaba el turno a las creencias consideradas entonces como paganas. Hipatia de Alejandría ha pasado a la historia por su terrible fin. Perseguida por un obispo intransigente, terminó con una de las mujeres más sabias de la antigüedad, de la que poco nos ha quedado de su legado científico y filosófico, pues fue debidamente borrado de la historia por sus detractores.

Una neoplatónica en un Egipto cristiano

Hipatia nació en Alejandría en una fecha indeterminada alrededor del año 370 d.C. Hija de un famoso filósofo y astrónomo llamado Teón, Hipatia recibió en su infancia y juventud una educación extraordinaria centrada en la filosofía, la astronomía, las matemáticas y la literatura. Hipatia pronto destacó como una de las primeras seguidoras de la corriente neoplatónica. Hipatia vivió en un Egipto que en el siglo IV era una de las provincias romanas que había experimentado una fuerte cristianización. Hipatia no era cristiana, por lo que quedaba expuesta a las enemistades de una parte de la población1. Sin embargo, la joven filósofa disfrutó durante un tiempo de una posición privilegiada como profesora en la escuela platónica dirigida por Plotino. 

Respetada por los eruditos de Alejandría, Hipatia se ganó su reconocimiento y se relacionó con ellos como una más. Además de dar clases en el Museion de la Universidad de Alejandría de filosofía platónica, geometría y astronomía, su casa se convirtió en un centro de saber y conocimiento.

La castidad de la filósofa
Aunque algunos autores apuntan a que Hipatia llegó a contraer matrimonio, otros afirman que permaneció soltera. Lo que está claro es que Hipatia dedicó su vida en cuerpo y alma a la ciencia y al pensamiento. La obra de Hipatia fue destruida tras su muerte por lo que su pensamiento filosófico se ha perdido. Sabemos sin embargo que fue la inventora de algunos aparejos para uso científico.

La intransigencia del obispo

En la Alejandría en la que vivía Hipatia, también residía uno de los obispos más intransigentes del cristianismo. Cirilo estaba en contra de los ritos paganos y de los pensamientos filosóficos. Según la versión del historiador Sócrates Escolástico, la muerte de Hipatia fue a manos de unos monjes exaltados instigados por el obispo, que la asaltaron mientras iba en su carruaje por las calles de Alejandría. Tras arrastrarla un tramo, la descuartizaron y quemaron su cuerpo.


Este fue el terrible final de una de las mujeres más brillantes de la Antigüedad Tardía. Su obra fue destruida, pero su muerte no pudo ser borrada de la historia, pasando de siglo en siglo como un ejemplo de final injusto para una mujer erudita, sabia y consecuente con sus ideas.

MARÍA WINKELMANN 
(1670-1720) Una astrónoma en la sombra

María Winkelman fue una astrónoma en la sombra. No fue la única. Como muchas otras mujeres apasionadas por la ciencia y por descubrir los misterios del universo, tuvo que resignarse a ser la esposa y la hija de astrónomos reconocidos. María tuvo suerte al principio, pues su padre y después su tío, defensores de la educación de las mujeres, ayudaron a la pequeña a formarse.

Ya como esposa, su marido la trató siempre como una igual y trabajaron juntos en el observatorio. También su hijo, la tuvo a su lado. Pero la gran mayoría de hombres de su tiempo no se lo pusieron fácil. Daba lo mismo que hubiera descubierto un cometa o que fuera una astrónoma muy competente. Era mujer, y eso pesaba más.


MARÍA MARGARETHE WINKELMANN-KIRCH 
Nació el 25 de febrero de 1670 en la ciudad alemana de Leipzig. Desde bien pequeña, María recibió la educación que le brindó su padre de manera excepcional para una niña en el siglo XVII. Pastor luterano, su padre creía que las mujeres tenían el mismo derecho que los hombres para recibir una formación básica. Su padre falleció cuando María era todavía una niña pero su tío continuó encargándose de su educación.
Pronto María despertó su interés por la que sería su profesión, la astronomía, y empezó a trabajar como ayudante de un astrónomo llamado Christopher Arnold mientras aprendía todo lo que podía de él. Fue gracias a Christopher que conocería a Gottfried Kirch, otro astrónomo treinta años mayor que María pero que terminaría siendo su pareja.
En 1692 Gottfried y María se casaron. La pareja llegaría a tener un hijo y tres hijas y todos terminarían dedicándose a la ciencia. Además de matrimonio, Gottfried y María eran compañeros en el observatorio donde ambos se complementaban. 

En 1670 Gottfried y María se trasladaron a vivir a Berlín donde su marido fue nombrado astrónomo de la Academia de las Ciencias. María no obtuvo ningún cargo oficial por su condición de mujer pero se mantuvo al lado de Gottfried como su ayudante. La pareja se ganaba la vida elaborando calendarios y almanaques muy demandados en aquellos años. Aunque también pasaron buena parte de su tiempo en el observatorio estudiando el cielo.
Fue entonces cuando María Winkelmann se convertiría en la primera mujer de la historia en descubrir un cometa, el C/1702. Aunque oficialmente, fue su marido el descubridor. No fue hasta ocho años después que Gottfried reconoció a su mujer como la verdadera descubridora del cometa.
María nunca consiguió el reconocimiento que se merecía como astrónoma, ni tan siquiera cuando publicó varios estudios como Las Observaciones sobre la Aurora Boreal. Al morir su marido en 1710 le volvió a ser denegado su puesto en el observatorio.
Durante los siguientes años, María siguió trabajando en el observatorio del barón Krosigk hasta que este también falleció. En aquellos años, María tuvo a su lado a sus hijos, quienes aprendieron de ella los fundamentos de la astronomía.

Unas enseñanzas que verían sus frutos en su hijo Christfried, quien en 1716 consiguió el cargo de Director del Observatorio de la Real Academia de Ciencias de Berlín.

Sus tres hijas, igualmente apasionadas por la astronomía, siguieron la misma suerte que su madre. Por el hecho de ser mujeres, solamente pudieron trabajar como ayudantes de su hermano.

María Winkelmann fallecía el 29 de diciembre de 1720 sin haber conseguido un reconocimiento oficial a su carrera y a su importante descubrimiento.


SARAH FRANCES WHITING 
(1847-1927) La profesora de astronomía,

Sarah Frances Whiting fue una científica autodidacta que aprendió de la experiencia de su padre y se convirtió en una prestigiosa meteoróloga y astrónoma. Pero donde más destacó fue en su papel como maestra de astronomía en el que se sumergió durante más de veinte años formando a futuros físicos, entre ellos otras mujeres destacadas como Annie Jump Cannon.

Sarah Frances Whiting nació el 23 de agosto de 1847 en Wyoming, Nueva York, hija de Elizabeth Comstock y Joel Whiting. Su padre, profesor de física, fue el mejor mentor para Sarah a quien enseñó los entresijos de la física y las matemáticas mientras ayudaba a su padre a preparar sus clases.

Tras años de estudio al lado de su padre, Sarah Frances Whiting se graduaba en la Universidad Ingham de Le Roy, Nueva York, en 1865. Empezó entonces a trabajar como profesora en el Seminario Femenino Brooklyn Heights como profesora de física. Una labor que compaginó con distintos trabajos en laboratorios.

Diez años después, el fundador del Wellesley College, Henry Fowle Durant, le propuso trabajar en su institución como profesora de física. Así, Sarah se trasladó a Boston donde además empezó a colaborar con el laboratorio del Instituto de Tecnología de Massachusetts. En 1878 creaba su propio laboratorio en el Wellesley College donde años después haría las primeras fotografías con rayos X. Su laboratorio y sus clases en Wellesley fueron un complemento perfecto. Mientras investigaba con un telescopio y espectroscopio, enseñaba a sus alumnos sus trabajos. Una de sus alumnas fue Annie Jump Cannon, quien con el tiempo se convertiría también en una reputada científica. Además de enseñar e investigar, Sarah publicó varios artículos científicos y un libro pedagógico para sus alumnos.

Sarah Frances Whiting pasó su vida dedicada a la astronomía y a la docencia. No sólo recibió la gratitud de sus entusiastas alumnos, sino que fueron muchos los reconocimientos públicos. Fue la primera mujer en ingresar en la Sociedad Meteorológica de New England, fue nombrada miembro de la Sociedad Americana de Física y una de las primeras cinco científicas en formar parte de la Asociación Americana para el Desarrollo de la Ciencia. En 1905 recibía un grado honorífico del Tufts College en reconocimiento a su amplia labor docente en el ámbito de la ciencia.

Sarah Frances Whiting falleció el 12 de septiembre de 1927.


WILLIAMINA FLEMING 
(1857-1911) El ama de casa que se convirtió en astrónoma

A veces, los caminos de las personas no vienen marcados desde sus inicios y terminan convirtiéndose en personas extraordinarias a pesar de no haber ni tan siquiera soñado con alcanzar la gloria. Que las mujeres lo han tenido muy complicado a lo largo de la historia para acceder a muchas de las disciplinas artísticas y científicas no es ningún secreto.

Pero que una mujer a la que su marido había abandona antes de que naciera su hijo en un país que no era el suyo y dedicada a ser ama de casa terminara siendo una de las astrónomas más importante de la historia no es precisamente algo habitual.

Williamina Fleming salvó todas las dificultades que la vida le puso delante y gracias a la confianza de un profesor de Harvard pudo dedicar su vida a la ciencia y hacer importantes aportaciones a la astronomía.

Williamina Paton Stevens nació el 15 de mayo de 1857 en la ciudad escocesa de Dundee. Mina, como se la llamaba cariñosamente, tuvo una infancia normal, estudiando en colegios públicos. Mina, que fue una buena estudiante, empezó a ejercer de profesora a los catorce años de otros niños mientras ella continuaba sus estudios. Pero su formación no iba dirigida a forjar una carrera profesional, sino a aprender como las niñas de su tiempo. Porque cuando en 1877 contrajo matrimonio, Mina se convirtió en ama de casa. Tenía entonces veinte años y se casó con James Orr Fleming, con quien emigró a los Estados Unidos poco tiempo después. Instalados en Boston, Mina pronto quedó embarazada. Pero lo que parecía que iba a ser una vida normal de una pareja de inmigrantes normal se convirtió en una pesadilla para ella. Aún no había nacido su hijo, James la abandonó.

Williamina Fleming se encontró sola en un país que no era el suyo por lo que tuvo que buscar un trabajo con el que sobrevivir y mantener a su futuro bebé. La joven tuvo suerte y encontró un trabajo como empleada del hogar en casa de Edward Charles Pickering, un reconocido profesor de astronomía que dirigía por aquel entonces el Observatorio de la Universidad de Harvard. Edward, cansado de la falta de profesionalidad de su ayudante en el observatorio, decidió proponer a Williamina que le ayudará también allí. No le decepcionaría.

1881 fue el año que cambiaría para siempre el destino de Williamina Fleming. A pesar de que empezó trabajando de manera temporal realizando tareas administrativas y algunos cálculos matemáticos sencillos, al poco tiempo el profesor Pickering la incluyó en su equipo de investigación y le dio la responsabilidad de supervisar a un amplio número de empleadas dedicadas a realizar miles de cálculos matemáticos y de revisar los documentos que generaba el observatorio.

Williamina demostró ser una profesional disciplinada y exigente consigo misma quien, a pesar de no disponer de amplios estudios científicos, puso todo su empeño en aprender sobre la marcha. Tal fue su determinación, que terminó ideando un sistema de clasificación de las estrellas que consistía en asignarles una letra según tuvieran mayor o menor cantidad de hidrógeno en su espectro. 

Los siguientes años de su vida los dedicó a analizar los espectros estelares y a identificar más de doscientas estrellas variables y descubrir las enanas blancas. Todo un logro para una mujer como ella. Los más de treinta años de dedicación a la astronomía le valieron el reconocimiento de la comunidad científica que le otorgó el título de Conservadora del Archivo de Fotografías Astronómicas de Harvard, siendo además la primera mujer en recibir un cargo de este tipo en dicha universidad. 

Williamina Fleming trabajó incansablemente estudiando las estrellas hasta el final de sus días. El 21 de mayo de 1911 fallecía a causa de una neumonía. Su obra permaneció como una importante base a futuros estudios y abrió el camino a otras mujeres que soñaron con descubrir la verdadera naturaleza de las estrellas. 

ANNIE JUMP CANNON 
(1863-1941) Besando a las estrellas

Animada por su propia madre, Annie Jump Cannon dedicó su vida al estudio de las estrellas. Desde que siendo una niña, observara el cielo en su hogar de Dover, Annie se apasionó por la astronomía. Profesora y amante de la fotografía, catalogó miles de estrellas con un curioso sistema nemotécnico: Oh Be A Fine Girl, Kiss Me (Sé una buena chica y bésame).

Annie Jump Cannon nació el 11 de diciembre de 1863 en Dover, Delaware. Annie era la mayor de tres hermanos del matrimonio Cannon. Su padre, Wilson Cannon, era senador y constructor de barcos que vivía con su segunda esposa, Mary Jump. Fue precisamente Mary, la madre de Annie, quien despertó e impulsó el amor de su hija hacia las estrellas y el mundo de la astronomía. Era una niña cuando Mary le descubrió las constelaciones.

En 1880 marchó a Massachussets a estudiar en el prestigioso Wellesley College, una institución educativa femenina de carácter liberal, Annie estudió matemáticas, biología y física. Entre sus profesoras, tuvo la suerte de contar con la astrónoma Sarah Frances Whiting. Cuatro años después se graduaba en física y volvía a su hogar en Delaware. 

En 1892, animada de nuevo por su madre, la joven emprendió un viaje por Europa en el que se dedicó a observar el cielo desde este otro lado del mundo. Fotografió las estrellas, las constelaciones e incluso un eclipse solar, creando un amplio catálogo de imágenes. 
Poco tiempo después, Annie enfermó de escarlatina, cuya principal consecuencia fue una sordera aguda que la aisló del mundo e hizo de ella una mujer introvertida que solamente era feliz con sus estrellas. 

Cuando en 1894 fallecía su madre, Annie, sumida en la tristeza y necesitada de encontrar su propio destino, decidió volver a Massachusets y pedir a su antigua profesora Sarah Frances Whiting un puesto como profesora. Empezaba entonces una nueva vida para Annie quien, además de enseñar física, ella misma continuó estudiando y perfeccionando sus conocimientos sobre medidas espectroscópicas. 

Tras pasar por el Radcliffe College donde estudió astronomía, el astrónomo Edward C. Pickering la contrató como asistente del Observatorio de Harvard. En 1896 Annie se convertía en miembro de las "Pickering's Women", un equipo de mujeres que debía completar el catálogo de Henry Draper de estrellas. La viuda de Draper, Anna Draper, formaba parte del equipo, un grupo de mujeres que en aquel tiempo fueron criticadas por dedicarse a una disciplina propia de hombres.
Tras años de estudio, Annie desarrolló un sistema mnemotécnico para catalogar y recordar su clasificación de estrellas. El sistema utilizaba las primeras letras de cada palabra de esta frase: Oh Be a Fine Girl, Kiss Me. 

En 1901 Annie Jump Cannon publicaba su primer catálogo estelar. Desde entonces y hasta el final de sus días, Annie dedicó su vida a escribir libros y a participar en conferencias y encuentros de mujeres científicas para defender su papel en un mundo tradicionalmente masculino. Su trabajo tuvo como principal recompensa que la Unión Astronómica Internacional adoptara en 1922 su sistema de clasificación estelar que, con alguna pequeña variación, aún se sigue utilizando.

Annie Jump Cannon fallecía el 13 de abril de 1941 en Cambridge, Massachusetts. Solamente un año antes se había retirado.

Atrás quedaba toda una vida dedicada a la ciencia y a la reivindicación de la mujer en el mundo de la astronomía, luchando para que ellas también pudieran estudiar las estrellas recibiendo el mismo respeto que los hombres. 


ANTONIA MAURY 
(1866-1952) La exploradora de las estrellas

Procedente de una familia apasionada por la ciencia y la astronomía, Antonia Maury heredó la pasión por las estrellas y se convirtió en una de sus principales estudiosas. Su manera de catalogar los espectros estelares supuso un gran avance en esta materia. Antonia Maury dedicó toda su vida profesional a observar, analizar y catalogar la naturaleza de las estrellas, labor que obtuvo el reconocimiento de buena parte de la comunidad científica. Una vez retirada del mundo de la astronomía, Maury no dejó el mundo de la investigación dirigiendo sus intereses en el mundo natural.

Antonia Caetana de Paiva Pereira Maury nació el 21 de marzo de 1866 en el seno de una familia de origen portugués y en la que muchos de sus miembros habían sido destacados investigadores. Su padre, Mytton Maury, era ministro protestante y su madre, Virginia Draper Maury, era hija y hermana de dos astrónomos destacados, Jonh William Draper y Henry Draper. Antonia y sus hermanas vivieron una infancia rodeadas de personas apasionadas por la ciencia.

En 1887 Antonia se graduaba con honores en el Vassar College donde estudió entre otras materias, física y astronomía y recibió clases de una renombrada astrónoma, Maria Mitchell. 

Antonia empezó a trabajar poco tiempo después en el Harvard Observatory College bajo las órdenes de Edward Charles Pickering. Su trabajo consistía en procesar datos astronómicos. Pero Antonia, quien pronto sintió que aquel era un trabajo demasiado monótono, empezó a analizar los distintos espectros estelares y los reorganizó y clasificó en un nuevo catálogo. A pesar de que Pickering no aceptó el trabajo de Antonia, terminado definitivamente en 1897, sería ampliamente valorado por otros científicos y astrónomos. Ante las diferencias de criterio con su director, María Maury decidió dejar el observatorio  en 1891 aunque volvería en varias ocasiones en el futuro.

La última fue en 1908, cuando permaneció un largo periodo de tiempo. Fruto de aquellos años fue la publicación en 1933 de uno de sus más famosos trabajos de investigación acerca de la estrella Beta Lyrae.

Tras su retirada definitiva del mundo de la astronomía, Antonia dirigió sus intereses científicos hacia la naturaleza, analizando pájaros y defendiendo especies arbóreas en peligro de desaparición. Durante un tiempo también revisó el trabajo de distintos observatorios fundados por su abuelo, el astrónomo John William Draper. 

Antonia Maury recibió varios premios en reconocimiento a su labor científica y varios cráteres lunares llevan su nombre.

Antonia Maury fallecía el 8 de enero de 1952.


MARY SOMERVILLE 
(1780-1872) La reina de las ciencias

El siglo XIX nos ha dejado grandes nombres de mujeres científicas que aportaron grandes descubrimientos al mundo de las matemáticas, la astronomía o la física. Una de esas mujeres fue sin duda Mary Somerville, una escocesa que a pesar de no saber leer a los 10 años, su incansable ansia de saber la llevó a convertirse en una de las mujeres científicas más importantes de la historia.

Pasatiempos femeninos

Mary Fairfax Greig Somerville nació el 26 de diciembre de 1780 en Jedburgh, Escocia, en la casa de su tía. Su padre era el almirante Sir William George Fairfax.  La niñez de Mary transcurrió en calma, en contacto con la naturaleza que un día empezaría a observar de manera científica. Mary no tuvo una educación formal por lo que tuvo que aprender de manera autodidacta. Su paso por un internado no fue fructífero para su formación pero su encuentro con el doctor Somerville cambiaría su vida. Tenía 13 años cuando conoció al que en el futuro sería su suegro, un hombre sabio que se dio cuenta al momento de las ganas de aprender de la pequeña. Así, sus primeros contactos con el saber se centraron en la vida de grandes mujeres de la antigüedad.
Mary empezó a aficionarse a los pasatiempos matemáticos de las revistas femeninas que resolvía con rapidez. Pronto intentó inmiscuirse en las clases que recibía su hermano de matemáticas y consiguió superar al mismísimo tutor.


Científica y defensora de los derechos de la mujer

Mary Somerville se casó con un capitán de la marina rusa llamado Samuel Greig cuando tenía 24 años. Tres años más tarde quedaba viuda, con dos hijos y con una independencia económica que no desaprovechó. Mary no lo dudó y continuó con sus estudios de matemáticas.

En 1812 se volvió a casar, esta vez que el hijo de aquel doctor Somerville, William Somerville, también médico y amante de las ciencias como su esposa. En su casa de Londres Mary tuvo la oportunidad de conocer a importantes nombres del mundo de la ciencia. Fue entonces cuando conoció también a 
Ada Lovelace, de quien se convertiría en su mentora.

En 1831 Mary publicó La Mecánica Celeste, una traducción de la obra de Laplace en la que expuso los detalles del trabajo de dicho científico y que eran inéditos en aquel momento en Inglaterra. Esta publicación la hizo famosa y la convirtió en una de las mujeres científicas más respetadas del momento. Cuatro años después era elegida junto a Caroline Herschel como miembro honorario de la Royal Astronomical Society convirtiéndose en las primeras mujeres en recibir esa distinción.

A partir de ese momento Mary no dejó de trabajar de manera incansable tanto en Inglaterra como en Italia donde se trasladó con su marido en 1838. Sus obras sobre matemáticas y astronomía tuvieron un gran éxito por su claridad y su estilo divulgativo.

Además del trabajo científico, Mary tuvo tiempo para defender públicamente la educación de las mujeres y convertirse en una ferviente sufragista.

Mary Somerville trabajó durante toda su larga vida. Falleció en Nápoles el 28 de noviembre de 1872, a los 92 años de edad, mientras estaba estudiando e investigando problemas matemáticos.

La memoria de Mary Somerville se mantiene viva no sólo en su obra sino también en instituciones como el Somerville College de Oxford, una isla, un asteroide descubierto en 1987 y un cráter lunar que llevan su nombre. 

CAROLINE HERSCHEL 
(1750-1848) Los ocho cometas de la soprano

Caroline Lucretia Herschel parecía destinada a triunfar en la música pero dedicó parte de su vida a la ciencia y la astronomía. Una mujer se introducía en la revolución científica no sin cosechar recelos y controversia por ser precisamente alguien del sexo débil quien descubrió el primer cometa en la historia de la ciencia.

Entre la música y sus deberes femeninos

Caroline Herschel nació el 16 de marzo de 1750 en la ciudad alemana de Hannover. Sus padres fueron Isaac Herschel y Anna Lise Moritzen. Isaac era un músico e intelectual que transmitió a sus cuatro hijos varones el amor por la música, la ciencia y la filosofía. A pesar de que Anna Lise intentó que su hija Caroline y su hermana se centraran en sus futuros deberes de esposa y madre, Caroline fue una hija rebelde que se acercó siempre que pudo a los conocimientos de su padre y sus hermanos.

Una malformación provocada por el tifus a los 10 años, hizo de Caroline una mujer bajita y con pocas aspiraciones al matrimonio por lo que pronto desistió del papel que su madre hubiera querido para ella.

Entre la música y la astronomía

En vez de casarse y tener hijos, Caroline siguió otros caminos menos ortodoxos para la Europa del siglo XVIII. Cuando sus hermanos emigraron a Inglaterra para ganarse la vida como músicos, la joven de 22 años les siguió sin dudarlo.

Caroline quedó bajo la tutela de su hermano Frederick Willliam junto al que cultivó importantes éxitos como soprano. Sin embargo, su carrera como cantante terminaría pronto. Cuando su hermano fue llamado por el rey Jorge III para ocupar un puesto como astrónomo en palacio, Caroline no dudó en seguirle y trabajar como su ayudante.

Su soltería y un sueldo del que poder disfrutar hizo de Caroline una mujer emancipada que pudo dedicarse a lo que realmente le fascinaba, el estudio de las estrellas y las investigaciones científicas.

Los cometas de Caroline

Años de trabajo y observación dieron sus frutos cuando el 1 de agosto de 1786 Caroline se convertía en la primera científica en la historia en descubrir un cometa. Aplaudida por muchos colegas de profesión, Caroline también fue denostada por otros debido a su condición femenina. Pero las críticas no fueron suficientes para una profesional que estaba decidida a seguir investigando el universo. Siete cometas más serían descubiertos por Caroline así como nebulosas, galaxias y estrellas.

Cuando Caroline ya había regresado a Hannover tras el fallecimiento de su hermano (1822), le fue concedida la medalla de oro de la Royal Astronomical Society de Inglaterra en 1828 por haber catalogado 2500 objetos de cielo profundo. Años después, en 1835 y cuando era ya una anciana de 85 años, era admitida como miembro honorario en la misma Royal Astronomical Society. Ella y Mary Somerville tuvieron el honor de figurar entre las primeras mujeres admitidas en dicha sociedad.

Aun en 1846 recibía del rey de Prusia la Medalla de Oro de la Ciencia. Tenía entonces 96 años. Dos años después, el 9 de enero de 1848, fallecía.

En 1889 un asteroide recibía su segundo nombre, Lucretia, y tiempo después un cráter lunar era bautizado como C. Herschel.