CONCEPCIÓN
ARENAL (1820-1893)
LA MADRE DEL FEMINISMO ESPAÑOL
Concepción Arenal es uno de los nombres
propios del feminismo en nuestro país, de hecho está considerada como una
de las primeras mujeres españolas en enfrentarse al orden establecido y defender
los derechos de su género. Lo hizo ayudando a los demás y escribiendo textos
cercanos que se convirtieron en lectura indispensable para aquellas que
siguieron sus pasos en años posteriores. Se vistió de hombre para poder
estudiar en la universidad, se casó en dos ocasiones y luchó en favor de
los más desfavorecidos. Entre ellos, las mujeres, a las que por primera
vez considera como uno más de los grupos sociales marginados. La educación
y el respeto hacia ellas como seres humanos y no como flores débiles a las
que hay que tratar como si fueran objetos fueron unas de sus principales
ideas que defendió a lo largo de su vida.
Concepción Arenal Ponte nacía el
31 de enero de 1820 en El Ferrol, en el seno de una familia acomodada con
ideales liberales. La prematura muerte de su padre cuando contaba con nueve
años de edad marcaría a Concepción para siempre. Ángel Arenal Cuesta, un
sargento del ejército, ingresó varias veces en prisión por posicionarse en
contra del absolutismo monárquico de Fernando VII y fue en una de esas
ocasiones en las que cayó enfermo y falleció.
Su viuda, María Concepción Ponte
marcharía a vivir con sus tres hijas a Armaño, en el valle del Liébana donde
vivía su suegra. En aquel período de su vida, Concepción perdería a otro miembro
de su familia, a su hermana pequeña Luisa. En 1835 su nuevo destino sería
Madrid, donde su madre decidió formar a Concepción y su hermana Antonia en los
entresijos de la buena educación de las señoritas. Una educación que fue más
que insuficiente para las aspiraciones intelectuales de Concepción quien
estudió por su cuenta todo lo que pudo mientras empezaba a enfrentarse con una
madre anclada en las costumbres que no veía en absoluto con buenos ojos que su
hija quisiera formarse como si de un hombre se tratase.
Cuando en 1841, tras el fallecimiento de
su abuela paterna y de su propia madre, Concepción se hizo con la herencia de
la familia, estuvo en disposición, al menos económica, de realizar su sueño.
Así, vestida como un hombre, se coló en las aulas de derecho de la universidad.
Y, a pesar de que no pudo conseguir ningún título, algo totalmente inaceptable
en aquellos tiempos, si que pudo aprovechar al máximo su presencia en la
universidad. Aquellos años fueron también beneficiosos para su vida sentimental.
Fernando García Carrasco, al que conoció en las clases de derecho, no sólo se
convirtió en su marido en 1848 sino que fue un fiel compañero que apoyó sus
ideas progresistas y sus anhelos de romper más de una barrera social.
Sus años de matrimonio, además de darle
tres hijos, uno de los cuales fallecería a muy temprana edad, fueron días de
enriquecimiento intelectual mutuo. Concepción asistía vestida como un hombre a
las tertulias en las que participaba su esposo con el que, además, colaboró en
el periódico liberal La Iberia.
En 1857 Concepción Arenal sufrió el duro
golpe de perder a su marido y fiel compañero. Viuda y con dos hijos, marchó a
vivir a Potes donde conocería a un músico y compositor llamado Jesús Monasterio
quien con el tiempo se convertiría en su nuevo compañero.
Fue Jesús quien despertó en Concepción
su interés por la ayuda activa a los demás. El violinista había fundado en
Potes las Conferencias de San Vicente de Paúl y animó a Concepción a organizar
su rama femenina. La Beneficencia,
la Filantropía y la Caridad, escrita en 1860 será su fruto teórico que
recibirá el premio de la Academia de Ciencias Morales y Políticas quien en un
primer momento creyó haber dado el galardón a un hombre, pues Concepción había
firmado con el nombre de su hijo de diez años. Descubierta la mentira, la
academia tuvo que rendirse a la evidencia de la calidad del texto de
Concepción. Aunque fuera una mujer quien lo hubiera escrito.
A partir de entonces, Concepción Arenal
siguió escribiendo textos relacionados con la necesaria ayuda a los más
desvalidos y trabajando en mejorar su situación. El 4 de abril de 1864 y a
instancias de la propia reina Isabel II, Concepción fue nombrada Visitadora de
Prisiones de Mujeres y más adelante, en el 68 Inspectora de Casas de Corrección
de Mujeres. Además de escribir ensayos explicando las terribles situaciones de
estas mujeres, en 1870 creó La Voz de la Caridad, un periódico que se publicó
durante más de una década y que se convirtió en el testimonio de aquellas
realidades. También en la recién creada Cruz Roja en España tuvo Concepción un
papel destacado ayudando en los hospitales de campaña organizados durante las
guerras carlistas.
Durante la monarquía de Saboya, que
reinó en España los escasos tres años comprendidos entre 1870 y 1873,
Concepción se convirtió en amiga y colaboradora de la entonces reina María
Victoria dal Pozzo, cuya breve presencia en Madrid fue recordada
sobre todo por aquellos desfavorecidos a los que ayudó y continuó ayudando ya
destituida de su real cargo con la ayuda de Concepción.
Concepción Arenal dedicó su vida a
reivindicar los derechos de los más desfavorecidos y a intentar rebatir las teorías
científicas que hacían de la mujer un ser físicamente inferior. Desde su
primera obra feminista, La mujer
del porvenir, escrita en 1861, Concepción defendió siempre el derecho de
la mujer a la educación como principal escollo para superar las diferencias
marcadas en la sociedad entre el hombre, superior siempre, a la mujer.
Una cansada Concepción Arenal de más de
setenta años, fallecía el 4 de febrero de 1893 en Vigo, donde su cuerpo
descansa. Concepción terminaba su vida pero dejaba sentadas las bases de lo que
sería el posterior feminismo en una España que aún debería recorrer un largo y
tortuoso camino antes de conseguir la igualdad entre sexos.
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