DESPERTANDO EL PODER DE LA DIOSA

ALGUNA VEZ

Alguna vez las mujeres nos importamos

Alguna vez las mujeres nos respetamos

Alguna vez las mujeres caminamos juntas

Alguna vez las mujeres nos encontramos y nos escuchamos

Y fuimos brujas y fuimos magas

Nos tomamos de la mano y mezclamos luz de luna

Corrimos desnudas y nos vestimos de viento sur

Bebimos del mismo néctar y nuestros cabellos danzaron juntos

Alguna vez nuestra loba fue salvaje y libre

Avanzaba según los tambores ancestrales

De ritos profanos y por eso sagrados

Se llenaban de gozo nuestros cóncavos

Y las caderas giraron al son del agua

Alguna vez... Aullamos juntas

Un eco solidario surcó alguna vez y sopló la tierra

Fuimos una misma raíz que se arraigó en lo profundo

Nuestros críos bebieron de nuestra leche

Nuestra sangre fertilizó los campos

Nuestros amores nos vieron como el opuesto complementario...

Pero los patriarcados y los libres mercados

Y los moralistas y los maníacos

Y los tecnócratas y los políticos

Y las invasiones y las guerras

Han roto el círculo...

Han hecho de olvido la memoria...

Y Venus cae día a día...

Y el cáliz se transforma en espada...

Y la sabiduría atávica se convierte en fálica...

Y las vaginas secretan lágrimas...

Y nuestro arcano se esfuma...

La Madre Tierra grita por sus hijas...

Cuela sus raíces y se les adhiere en los pies...

Los úteros claman su vuelta a lo profundo...

Allí donde se esconden nuestras abuelas...

Allí donde se está a salvo de todo peligro...

Allí donde comienza el universo...

“Convertirnos” es lo que necesitamos, revelarnos, unirnos por el fin común, como antes, cuando danzaban todas las mujeres de una tribu, por un fin común alrededor del fuego, como cuando paría una y todas estaban a su alrededor transmitiendo energías de sabiduría y recibiendo entre ellas esa nueva vida.

 (*)Extracto de "Las diosas de cada mujer", Shinoda Bolen Jean.