MUJER,  VIOLENCIA, SEXO Y LENGUAJE

UN LENGUAJE SOEZ


Podemos asegurar que las “malas palabras” como frecuentemente se las denominan, en realidad no existen bajo el concepto usual que tenemos de ellas.

Solemos reprender a la niñez cuando  escuchamos que utilizan un lenguaje incorrecto que aprendieron seguramente oyéndolo de los adultos. Es cotidiano el uso del lenguaje mal aplicado que nada tiene que ver con “malas palabras” cuando atribuimos un calificativo que rebaja la condición de persona a alguien para ofenderla o agredirla.

Casi siempre todo acto de violencia comienza por la aplicación de la palabra que impulsiva vulnera, amenaza, provoca, humilla o encoleriza irrefrenablemente a la barbarie. Podemos afirmar que es el paso previo a la violencia física.

El diccionario no hace ninguna calificación, ni evaluación  de voces, se limita a poner exclusivamente su significado por consiguiente el decir “Fulano, es una mierda”, es una equivocada aplicación del termino que empleamos, ya que “mierda” significa excremento humano o de animal, para poner un ejemplo con este ejercicio de aplicación que se ha incorporado al lenguaje cotidiano.

Las auténticas “malas palabras” son aquellas que encierran en su esencia realmente crueldad, y es la que domina el corazón de los hombres irracionales como por ejemplo: GUERRA, HAMBRE, CORRUPCIÓN, MALDAD, MALICIA, TRAICION, HOMICIDIO, y podemos hacer con ella una larga lista de prácticas.

Para nosotras es frecuente tolerar con sumisión el cúmulo de resonancias que descarga la violencia del lenguaje menoscabando un modelo femenino en imagen. Lo hemos incorporado como un hábito cotidiano y rutinario, no nos asombra ni nos llama la atención la argumentación viciosa de la exclamación: ¡qué mona estás! Ser comparadas con una simia queda bien, está de moda, se usa comúnmente.

La burda forma de hablar instituida como modismos de onda adolece de una total falta de respeto hacia las personas, al mismo tiempo una perniciosa educación sin contenido humano y la escasez de normas urbanas conforman el modo de relacionarse en las sociedades modernas.

Toda esta situación de deterioro de valores en la civilización robotizada por la cibernética y el materialismo descontrolado destaca la pérdida personal de estimación de sí mismas y para con las demás.

Considerando la apreciación notablemente del sexo y sobre todo del sexo femenino, lo relega tan sólo al ámbito de lo ofensivo e insultante, resultando como consecuencia un instrumento útil para maltratar, herir o denigrar y por efecto ser maltratado, herido y denigrado.
Es muy común escuchar a boca de jarro, el irracional agravio: ¡Hija o hijo de puta!; ¡La puta que te parió!; ¡La concha de tu madre, de tu hermana o de tu abuela!, cuando por algún motivo muchas veces insignificante y pasajero, queremos descargar bronca agraviando a cualquiera tanto sea mujer o varón.

Estas voces que gozan de una ordinariez extrema, que sería hipócrita no reconocer la familiaridad de su utilización, encierran un alto costo de escritura, puesto que es la manera cruel de documentar la malformación de la mente en su entendimiento con respecto a una idea y la conformación de su imagen. Es el aire infecto que contaminan los pensamientos, a través de sonidos intoxicados de un veneno cultural nocivo, resulta carente de estimación y desempoderantes de más de la mitad de la humanidad y en especial la mujer.

Bajo esta constante realidad verbal agresiva, está en juego el detrimento de nuestra personalidad y no se tiene en cuenta el daño psicológico que esto nos ocasiona, son permanentes golpes bajos a nuestra autoestima, a los valores empobrecidos y anatómicamente íntimos. Nuestra vagina es utilizada en cuanto juego de dimes y diretes se pueda imaginar, se transforma de palabra en palabrota burda, en un dispositivo de comunicación bélica, se metamorfosea en una especie de piedra que se expulsa con total violencia, que va y viene en sonidos agraviantes de una persona hacia otra intentando con "ella" destruir o lastimar como destruye o lastima la más mortal de las armas.

¿A quién en la Argentina, conduciendo un automóvil, por dar un ejemplo corriente, no le han tirado con la vagina de su madre, de su abuela o de su hermana por la cabeza? cuándo tal vez involuntariamente ha cometido una imprudencia en el tránsito o simplemente resulta ser consecuencia de alguna dificultad de atoramiento en el carril.

La identidad del género se construye a través del lenguaje e invade la raciocinio con "el poder" del convencimiento, lógicamente es el arma secreta del patriarcado para mantenernos al margen y en inferioridad de condiciones. Me gustaría saber ¿quien fue el inventor de esas pequeñas frases invasoras, por así llamarlas? Segura que fue un "él" nacido de un repollo.

La mujer decorada por un abundante número de expresiones  exclusivamente alusivas al deterioro de su condición de persona, está totalmente carcomida y cosificada por esta sociedad globalizada, cercada y mentalizada como consecuencia del sistema individualista, competitivo y misógino, e invalidada por burlas groseras y grotescas, con improperios que la degradan y la reducen a un montón de escombros de materia humana y en resumidas cuentas todo tiene una única relación: "Mujer, violencia, sexo y lenguaje".

Sí de acuerdo con el diccionario: Violencia, es la acción de violentar o violentarse y figuradamente, es la acción de violar a una mujer; violar, es el verbo transitivo de gozar por la fuerza a una mujer, y violentar también es un verbo transitivo y significa: Aplicar medios violentos para vencer alguna resistencia./ Fig. Dar sentido violento a lo dicho o escrito./ Fig. Entrar en un lugar contra la voluntad de su dueño.
Podemos afirmar de esta última acepción, que somos dueñas de un lugar donde entran a violentarnos sin nuestro consentimiento. De la misma manera podemos leer que a la mujer se la viola, se le goza por la fuerza la vagina en cualquier circunstancia ocasional violando su intimidad abruptamente.

Es oportuno aclarar así mismo, que "concha" es un modismo argentino, peruano y puertorriqueño, hoy americanismo, es decir, que está generalizado su uso y tiene igual significado que vagina a diferencia de otros países que aplican el mismo idioma español.

Indudablemente, se pueden deducir una serie de mensajes coyunturales, producto de un análisis más profundo que lo dejo a consideración y criterio de otras conclusiones que puedan resultarle a cada lectora (persona). Queda demostrado de alguna manera, lo complejo y sorprendente del lenguaje cuando lo investigamos más detalladamente.
Desmerecer al decir lo que decimos y dicen respecto de nosotras, es decirnos en realidad que somos y tener insalvablemente que asumirlo.

El falo representa la diferencia sexual central, está íntimamente ligado a un señor, el padre, el poder, el dominio, la omnipotencia, la familia, etc., y tanto nos acostumbraron a responder dentro de un molde impuesto por el sistema falocrático, que llegamos a pensar, que esa era nuestra única y universal forma natural de ser, por lo cual, la mujer cuando plantea sus derechos teme ser rechazada y se escuda automáticamente tras la negativa: "Yo, no soy feminista".

“Pensar antes que hablar”, es una frase característica que nos inculcaron para castrar nuestros ideologías auténticas y espontáneas, para impedir formar conceptos sociales diferentes, para invalidar conseguir ideas compartidas, y si alguien se aparta un milímetro del esquema de la personalidad predeterminada como normal y lógica, produce el desequilibrio de lo instituido arraigadamente y el patriarcado teme perder el control, por consiguiente, un intento de emancipación les hace correr el riesgo de un posible cataclismo social.

Pero sumergirnos en el silencio, resultaría terrorífico porque el mutismo anula, aprueba, incapacita, lleva a la desaparición de las amplias posibilidades de lograr ser alguien independiente, la otra condición de humanidad libre, una persona desprovista de prejuicios y perjuicios debemos tomar conciencia.

La mujer en su situación embarazosa de oprimida se ha convertido en una fuente de problemas graves para el opresor, e insiste en forma perseverante en contrarrestar la actual posición con un constante impulso deliberativo de planteamientos discrepantes. Ya no acepta más la superioridad, sino que intenta lograr la igualdad de derechos o mejor dicho busca el equilibrio en la paridad como gente, un sistema binario equilibrado y equitativo.

Muchas veces, cuando he manifestado que mi pretensión en la vida es sólo caminar, se me ha respondido casi siempre: -¡La mujer debe caminar al lado del hombre!-... Y me he preguntado irónicamente: ¿Al lado de que hombre?... y ¿Por qué?... Esta respuesta "al lado de", es una encubierta imposición de límite, talla en un infantilismo retrogrado absurdo y ridículo, es un solapado precepto de "los" androides del capitalismo deshumanizado, que murmuran entre dientes: ¡Cuidado, a ver si se nos escapan!... ellos caminan por la vida libremente sin detenerse a mirar si a sus costados alguien los acompaña. La frase recíproca para el varón no se aplica.

Prometo solemnemente agregar otra silla en mi escritorio y sentar a mi lado a un "señor" para escribir mis libros, que es una de las formas más bella que he encontrado para transitar por la vida, porque a través de ellos (mis libros), puedo proyectarme hacia la sociedad, paso de una "yo", al nosotras (personas), a integrar una futura comunidad organizada bajo otras concepciones.

Los libros transgreden y transforman al mundo cuando sus contenidos se fundamentan en argumentos sólidos y auténticos.

En el lenguaje hispanohablante no distinguido, sino por demás colmado de barbarismos en toda la amplitud de la numerosas palabra, incontables son las voces que  gobiernan al sexo femenino, humillándolo a un simple objeto de consumo masculino, sin contar algunas que seguro quedaron escondidas detrás de una conjugación que califica diferente a los sexos.

Profundizar el tema implica llegar al fondo del abismo, a darse cuenta que no hay ningún valor humano femenino rescatable en los sonidos que nos transfiere la cultura. Es inexistente la palabra que determine a la mujer y su sexo como parte de la naturaleza humana. Debemos lograr sacudirnos ese manto sombrío que nos cubre y encierra en un mundo de tinieblas escabrosas.

Como la caja de Pandora que al abrirse desparramó todos los males sobre la tierra guardando en el fondo sólo la esperanza, la nuestra es posible y realizable, se llama simplemente “ser mujer” desprovistas del lenguaje institucionalizado para crear uno nuevo desde otros conceptos y valores.

 

©MARÍA CRISTINA GARAY ANDRADE©

De mi libro “Diccionario de la Discriminación de la mujer en el lenguaje”

Copyright – Derechos Reservados de Autora

ISBN 950-887-013-3 / LEY 11723