MARIE CURIE: LA GRAN APORTACIÓN CIENTÍFICA DE LA MUJER
Marie Curie, también
conocida como Maria Sklodowska-Curie, fue una química y física polaca,
posteriormente nacionalizada francesa. Pionera en el campo de la
radioactividad, fue la primera persona en recibir dos premios Nobel (premio
Nobel de Física en 1903 y de Química en 1911) y la primera mujer en ser
profesora en la Universidad de París.
Todo empezó con la
elección del tema de su tesis doctoral. Tras analizarlo con su marido (el
físico Pierre Curie), ambos decidieron centrarse en los trabajos del físico
Henri Becquerel (al que se le concedió el Nobel de Física, junto con el
matrimonio Curie, en 1903), que había descubierto que las sales de uranio
transmitían unos rayos de naturaleza desconocida. Este trabajo estaba
relacionado con el reciente descubrimiento de los rayos X por parte del físico
Wilhelm Röntgen. Marie Curie se interesó por estos trabajos y, con la ayuda de
su esposo, decidió investigar la naturaleza de las radiaciones que producían
las sales de uranio.
¿De dónde provenía
esta radiación anormal? Solo podía deberse a que los minerales estudiados
debían contener, aunque en pequeña cantidad, una sustancia radiactiva muchísimo
más poderosa que el uranio y el torio. En sus experimentos, Marie había
examinado todos los elementos químicos conocidos. Así que los minerales
examinados debían contener una sustancia radioactiva que sería un elemento
químico hasta entonces desconocido. Pierre Curie, que había seguido con interés
el rápido progreso de los experimentos de su esposa, abandonó sus propios
trabajos para ayudarla. Ambos buscaron entonces en el diminuto y húmedo
laboratorio el elemento desconocido.
Marie y Pierre
comenzaron separando y midiendo pacientemente la radioactividad de todos los
elementos que contiene la pecblenda (mineral de uranio), pero a medida que
fueron limitando el campo de su investigación sus hallazgos indicaron la
existencia de dos elementos nuevos en vez de uno. El mes de julio de 1898 los
esposos Curie pudieron anunciar el descubrimiento de una de estas sustancias.
Marie le dio el nombre de polonio en recuerdo de su amada Polonia.
En diciembre del mismo
año revelaron la existencia de un segundo elemento químico nuevo en la
pecblenda, al que bautizaron con el nombre de radio, elemento de enorme
radioactividad. Pasaron cuatro años hasta que los esposos Curie pudieran probar
la existencia del polonio y el radio. En 1902, a los cuarenta y cinco meses de
haber anunciado los esposos Curie la probable existencia del radio, Marie logró
preparar un decigramo de radio puro, y determinó el peso atómico del nuevo
elemento. Los químicos tuvieron que rendirse ante la evidencia de los hechos. A
partir de aquel momento el radio existía oficialmente. El último y más
maravilloso milagro era que el radio podía convertirse en un aliado del hombre
en su lucha contra el cáncer. Tenía una utilidad práctica así que su extracción
había dejado de tener un simple interés experimental. Nació así la industria
del radio.
Tanto Pierre como
Marie aceptan y prestan todas sus investigaciones sin querer lucrarse de ello
mediante patentes, un hecho que es aplaudido por todo el mundo. Pero tanta
euforia no agradaba a Marie que en la primavera de 1904, escribió:
"…¡Siempre hay ruido a nuestro alrededor! La gente nos distrae de nuestro
trabajo. He decidido no recibir más visitas; pero de todos modos se me
importuna. Los honores y la fama han estropeado nuestra vida. La existencia
pacífica y laboriosa que llevábamos ha sido completamente desorganizada".
Marie quedó muy
afectada por la muerte de su esposo (1906), pero quería seguir con sus trabajos
y rechazó una pensión vitalicia. Además asumió la cátedra de su marido, y fue
la primera mujer en dar clases en la universidad en los 650 años transcurridos
desde su fundación. Se le concedió el Premio Nobel de Química el año 1911.
Durante más de cincuenta años no hubo nadie, hombre o mujer, que mereciera esta
recompensa por segunda vez.
La Sorbona y el
Instituto Pasteur fundaron conjuntamente el “Instituto Curie de Radio”, con un
laboratorio de radioactividad, dirigido por Madame Curie, y otro laboratorio
dedicado a las investigaciones biológicas y al estudio del tratamiento del
cáncer. Hasta el final de su vida hizo de este laboratorio el centro de su
existencia.
Marie nunca tomó las
precauciones que ella misma imponía estrictamente a sus discípulos. Apenas se
sometía a los exámenes de sangre que eran norma obligatoria en el Instituto del
Radio. Estos análisis mostraron que su fórmula sanguínea no era normal, pero
eso no le preocupó. Durante 35 años había estado trabajando con el radio y respirando
el aire viciado de sus emanaciones. Un pequeño trastorno de la sangre, y
algunas quemaduras dolorosas en las manos, no eran un castigo demasiado severo
si se tenía en cuenta el número de riesgos que había corrido.
Marie no le dio
importancia a una ligera fiebre que finalmente comenzó a molestarla. En mayo de
1934, víctima de un ataque de gripe, se vio obligada a guardar cama. No volvió
a levantarse. Cuando, finalmente, falló su corazón, se supo la causa. Los síntomas
anormales, los extraños resultados de los análisis de sangre, que no tenían
precedente, acusaban al verdadero asesino, el radio. En 1995 sus restos fueron
trasladados al Panteón de París, convirtiéndose así en la primera mujer en ser
enterrada en él.
Y es que Marie Curie
fue, sin duda, una de las mentes más brillantes del siglo XX. Y no sólo por sus
méritos personales, sino por la participación en proyectos junto con su esposo,
el adoctrinamiento de un sinfín de científicos y por la creación de tantos otros,
entre ellos, su hija Irène (Premio Nobel de Química en 1935 por su
descubrimiento de la radioactividad artificial) que también aportó grandes
conocimientos continuando el trabajo de sus progenitores.