EL
PODER DE LA MUJER
ANTIGUA
PROFECÍA ANDINA
"Según una antigua profecía andina llegará el día en que el espíritu femenino se despertará del letargo y luchará para eliminar el odio y la destrucción en la tierra; y dará inicio a un mundo de amor y paz, hermandad y armonía".
En
su largo camino de aprendizaje la mujer será capaz de encontrar su fuerza de
voluntad, su coraje, el conocimiento y la energía necesaria para cambiar el
curso de su propia historia, haciendo de cada dolor, de cada soledad, de cada
tristeza, un mundo de alegría, de amistad y de plenitud.
¿Cómo se aprende a ser una verdadera mujer?
¿Cómo se aprende a ser una verdadera mujer?
Estudiando atentamente
la naturaleza. Pero antes tiene que conocerte y aceptarte de quién eres en
verdad. Tendrá que ser tu misma, si tú misma y nadie más.
A menudo construimos
nuestra vida recogiendo los pedazos de la existencia de los otros intentando
plasmarlos sobre modelos impuestos desde afuera.
Con estos trozos vamos
tejiendo una manta para cubrirnos delante de los demás.
Esto nos vuelve
infelices.
La verdadera mujer se
descubre en su verdad y sigue su camino plenamente consciente de Sí
misma.
Son muchas las mujeres
que intentan aparecer por aquello que no son y pocas las que toman tiempo en
auto indagarse y descubrirse.
La naturaleza te ha donado
un cuerpo y un alma en los cuales reside el espíritu.
Sólo tú como mujer y ningún otro fuera de ti tiene el derecho de cambiar tu vida. En el momento en que descubras a ti misma te encontrarás en el camino que te transformará en una verdadera mujer.
El arma más potente de
una mujer es su energía interior que la protege tanto a ella como a todos los
que ama. Es por esta razón que tendrá que aprender a descender a su mundo
interno: solamente cuando descubra su verdadera esencia podrá usar toda su energía
interior.
La sociedad
contemporánea no quiere saber realmente sobre quién es la mujer y busca
deformar su carácter desde el nacimiento.
¿Qué aprende una mujer hoy en día de la sociedad?
A falsificarse, a
esconder sus verdaderos sentimientos, a cuidar sus propias opiniones, a
enmascarar sus pensamientos.
Un hombre cercano a una verdadera mujer se diviniza.
Un hombre cercano a una verdadera mujer se diviniza.
Para descubrir los misterios de la divinidad
el hombre debe penetrar en el corazón de la mujer porque la Pachamama quiere
sólo aquello que la mujer desea.
Si la Pachamama es
amor, también la mujer lo es.
El hombre debe considerar a la mujer como la versión de la naturaleza creadora cuya moral se basa en el respeto por la vida.
Antiguamente para
aprender a ser una verdadera mujer era necesario recibir una iniciación. Tenía
que entrar sola en el Templo del Puma y permanecer 7 días y 8 noches.
Recostada sobre una
piedra, conocía y saboreaba la verdadera soledad. La oscuridad más absoluta
afrontaba su miedo a lo desconocido e inmersa en el silencio más impenetrable
buscaba conocer su verdadera naturaleza.
Era una batalla muy
difícil. La lucha más dura de sostener no es aquella que se combate con un
adversario sino contra sí mismo.
Ahí, donde no percibía
el más mínimo ruido, comenzaba a escuchar los sonidos emitidos por su cuerpo:
los latidos de su corazón, los sonidos sordos de los pulmones, del hígado, del
páncreas, del intestino, del estómago, de los ovarios...
Cada órgano entonaba
su propia música: sonidos nunca antes escuchados. En aquél retiro absoluto, a
través de la meditación, la reflexión y el análisis de toda su vida, la mujer
vencía sus propios temores para averiguar quién era verdaderamente y para qué
había venido a la tierra.
Aquella que entraba en
el Templo del Puma, salía preparada y consciente de su propio poder y su propia
fuerza. Pero para poder comenzar su iniciación la mujer debía primero superar
una serie de pruebas para mitigar su carácter y por lo tanto aprender, en el
Templo, a controlar poco a poco el propio cuerpo y la propia mente.
Ahí dentro era
asaltada continuamente por dudas y temores: debía aprender a tener fe, porque
quien no tiene fe en sí mismo está perdido.
Concentrada sobre sí
misma recorría desde el recuerdo todo lo que había hecho desde que había
llegado al mundo.
Por primera vez en su
vida se afrontaba y se juzgaba a sí misma.
Encerrada en aquel
recinto la mujer debía aprender y atravesar la puerta de la eternidad sin
temores. Y si lo quería realmente lograba hacerlo.
Todas las mujeres pueden, es solo cuestión de voluntad.
Si quieres algo,
entonces puedes, basta simplemente que lo desees con todas tus fuerzas.
Pero si tu voluntad es
débil y frágil, entonces no lo lograrás. Una vez que hayas comprendido la
potencia que reside en tu interior, podrás alzar tu cabeza, mirar con amor y
dulzura y accionar al mismo tiempo con serenidad y determinación.
Aquellas que entraban
en el Templo del Puma aprendían a tender un puente, era una de las pruebas que
tenían que superar.
A través de la mujer el hombre puede alcanzar lo Absoluto, por eso es tan importante para ella direccionar su propia energía.
A través de la mujer el hombre puede alcanzar lo Absoluto, por eso es tan importante para ella direccionar su propia energía.
Si logra tender ese
puente de energía, el hombre que lo recorrerá sabrá que ella es el camino capaz
de conducirlo a la divinidad.
En aquel lugar, templo
del tiempo y del espacio, la mujer aprendía a entrar en armonía y en paz
consigo misma.
La armonía es
fundamental para que cada elemento se uniforme a la unidad llamada Ser y la
mujer pueda así gozar de la vida con calma, tranquilidad y seguridad.
La mujer que conoce la
armonía mantendrá la serenidad también en los momentos más difíciles; sus ojos
reflejarán la pureza de su alma y se iluminarán de su belleza interior, aquella
que nunca se deteriora.
Una mujer armoniosa
gozará de mayor salud y juventud que, compartida con su compañero, alargarán su
existencia.
Para poder ser iniciada la mujer tiene que volver al útero de la Pachamama y sumergirse en el océano de la vida.
Para poder ser iniciada la mujer tiene que volver al útero de la Pachamama y sumergirse en el océano de la vida.
Tendrá que entrar en
contacto con su propia intimidad y en armonía con los elementos simpáticos: la
tierra y el agua.
Solo así el espíritu
podrá manifestarse.
Tendrá que aprender a
sobreponerse a las dudas, a los temores, al dolor, a los miedos, a la
desesperación, al cansancio, al fastidio, a la frustración, a la desilusión.
Mediante aquella prueba sabrá si su cuerpo
trabaja en armonía con su mente en la individuación del peligro.
Gracias a la
preparación recibida aprenderá a ver y a sentir en la oscuridad, a comprender
si es el momento de esperar o de accionar y en el momento que sus sentidos le
avisen de la existencia del peligro, sabrá afrontarlo recurriendo a su
prudencia, a su sabiduría, a su calma y a su serenidad.
Y cuando finalmente
logre superar cualquier tipo de peligro, entonces aprenderá a viajar en el
tiempo y en el espacio.
Existe una profecía según la cual la tierra al comienzo del tercer milenio sufrirá profundos cambios.
Existe una profecía según la cual la tierra al comienzo del tercer milenio sufrirá profundos cambios.
Llegará el momento en
el cual el espíritu femenino se despertará de un letargo de más de cinco siglos
para dar origen a un mundo de paz y armonía.
La salvación de la
humanidad está en manos de la mujer quien tiene que volverse verdadera para
poder encontrarse con otras mujeres y unidas salvar la tierra…
Hernán Huarache Mamani es el último heredero de una antigua generación de curanderos andinos.
Hernán Huarache Mamani es el último heredero de una antigua generación de curanderos andinos.
Su libro "La profezia della
curandera" difunde las enseñanzas de su maestra para
mostrar el camino de iniciación andina que siguieron las mujeres sabias de su
pueblo, manteniendo en secreto los sagrados conocimientos de la Pachamama.
Título original: "El
poder de la mujer"
"Recuerda:
la unión amorosa de la mano del hombre con la de la mujer es el nexo que les
permitirá entrar en contacto con el universo.
Porque cuando
la mano del hombre toca la mano de la mujer, está rozando el camino que conduce
a la eternidad".
Hernán Huarache Mamani
(Traducción
del italiano)
FUENTE: Annamaria Saracco.