UNA MUJER SABIA
©Victoria Lucía Aristizábal©

Será esa mujer que llaman buena o la del optimismo, la que invariablemente ve el vaso medio lleno o quizás la que sabe mucho de sí misma y que todos al verla ven su lado bueno. Será esa mujer que habita cualquier lugar y le hace suyo para abrigar a quién le ame. Será sabia esa mujer que habita la tierra como su madre sabiendo que sufre, que goza, que crece, que fructifica, que adormece y que con ella goza caminando en su césped mullido sintiendo que su energía a su interior ha ido.

Será esa mujer que sueña, que logra, que pierde y gana, que aprecia y valora, que enciende y apacigua, que sana y calma. Esa mujer que es bella despierta como dormida, que sabe que vive en el día y muere en la noche sacando el puñal del alma para curar después la herida. Sabia será la mujer que entrega, que es sólida y confía, que se hace más firme con los años y los daños. De letra legible la mujer que de su entendimiento escribe, dueña del progreso sin retroceso. Mujer arquitecta que con pilares de verdad sostiene el templo para que soporte la tormenta, mujer que sabe lo que cuenta, anclada a su todo, más abriendo puertas y ventanas y que con su valor y virtud destella como estrella que en la noche se hace tan cercana y en el día se ilumina siendo el sol que calienta para dorar la esperanza.

Una mujer sabia es original, única, sinigual, no se compara con nadie, tiene la certeza de su identidad y se enorgullece de saberse exuberante en su huerto viviendo a cielo abierto. Será sabia quién renace y no desmaya, la mujer que sabe cuándo calla y cuando habla con la certeza de su palabra que tiene claridad y juventud y de su silencio que escucha entendiendo la razón y el corazón. Sabia la que trascendiendo no impide realizar sus sueños dejando el alma invencible con comprensión de su destino para un dónde, cuándo y para quién, encontrando su camino.

Mujer sabia será la campesina, la gladiadora, la que se obstina, la que conquista, la que se emancipa, la que recoge oxígeno en los besos o será esa idílica doncella que tiene clara su pisada dejando en el desierto honda huella o será la niña que ríe, canta, baila y se agita y en su sueño electrizante quién se excita cabalgando alborozada a galope buscando alguna caravana o será la de incursión temprana más no se apresura, no hace conjetura y solo el bien para todos procura. Será la que juega a reinas y magas despertando su encanto con esa intriga que genera quién sabe un poco de tanto y mientras tanto con sus energías combativas desnuda su sabor pagano y trasciende su ser humano para lograr ser persona y como mujer a su espiritualidad abona una soledad que tiene mucho de felicidad como de magnanimidad, con un equipaje liviano que tiene a mano.

Sabia mujer la que penetra y transfigura, la que no tiene nada de amargura y vive el día a día escribiendo poemas al alma cada instante donde nace, tiembla, vibra y muere con aletazos de ángel. Mujer eficaz y transparente como antorcha que no se extingue, mujer palpitante que viene y se va, dueña de su paso sin apego material, mujer sentimental y visionaria revistiendo de emprendimiento su lenguaje. Cuando escuches su voz sentirás que es definitiva y querrás que tu memoria tenga esa sabiduría que archivas porque te hace sentir muchos más viva. Mujer que nunca estará a la deriva, vive, ama, padece, y en su hora fugitiva en su interior crece porque llega a un puerto firme donde subsiste. Sabe tomar el pulso al amor, al que es infinito, ese incondicional por accesible, que se motiva a la luz y por el que con sensatez enmarca sopesando en la verdad de su cálido aliento sin cripta de desilusión.

Una mujer sabia es un alma fiel, de paz y de gloria que nunca se siente derrotada; mujer de voluntad, análisis y memoria, mujer que escribe su propia historia sin permitir ser maniatada, aún escriba con espinas, es mujer que sale de las ruinas y edifica de nuevo porque sabe defenderse. Sabia la mujer de fe, que no duda, la de creencia, la de conciencia superior que no desanda sus pasos y hace de su templo un remanso donde cada estación sus amigos pueden coger flores y frutos. Mujer gigante que hace que cada momento sea suyo lleno de primaveras, veranos, inviernos y otoños y a esta mujer sabia la percibo porque tiene tanto de humildad como de sencillez, goza con cualquier cosa y se mantiene firme aunque el dolor en su cuerpo grite.

Se le ha dado una voz con piel de seda, de espuma, de cristal, de terciopelo; susurra con rumor de riachuelo siempre en buena dirección, en ella se hospeda. Y escucha, como lo hace la arboleda al roce de la brisa en el revuelo de su verde ramaje, bajo un cielo de azul intenso en que la edad no rueda. Se le ha dado una mano que percibe su propia identidad, y la describe en cada trazo, cada pincelada. Ella es cuanto se le dio y hacia la luz se orienta, con un alma prolífica y hambrienta que se derrama en su la mirada y en su sexualidad se sentirá dignificada. Tenga pareja o no, hijos o no, ella será lo mejor de sí misma porque su sabiduría suficientemente la ampara.