Retrato de Carme
Claramunt
Primera catalana que fue
ajusticiada
durante el franquismo
"Esta
mañana me van a fusilar"
El historiador
badalonés Emili Ferrando recupera el caso de Carme Claramunt, la primera
catalana ejecutada por el franquismo tras la Guerra Civil
"Estimada
'tieta': ha venido el juez y ha decretado la pena de muerte, y me ha dicho que
así lo había decretado el Generalísimo y esta mañana a las cinco me van a
fusilar. Tú ya sabes que matan a una inocente".
Son las
primeras líneas que Carme Claramunt escribió en la madrugada del 18 de abril de
1939, horas antes de ser ejecutada. Trabajadora de 41 años,
alejada de los liderazgos políticos y sindicales durante la Guerra Civil, fue
la primera de las 11 mujeres encarceladas en la prisión femenina de Les Corts
en perder la vida en el Camp de la Bota, donde cayeron abatidos unos 1.700
represaliados por el franquismo. También consta como la única vecina de
Badalona ajusticiada entre el centenar de víctimas que la dictadura se cobró
tras la contienda en la ciudad.
"Desde el
cielo rogaré para que a ti no te falte de nada. Ya sabes que no morimos.
Nada más dejamos la tierra", proseguía la misiva de Carme a Angelina
Picas, a quien trataba con familiaridad porque compartían un comercio de
tejidos y domicilio en la calle del Mar, y que también fue recluida.
"Es una
carta preciosa, el único documento que ha quedado de ella", comenta
el historiador Emili Ferrando, conocedor del movimiento obrero de Badalona y
que acaba de editar Ejecutada, un libro sobre una "chica normal y
corriente" que se convirtió en la primera catalana fusilada tras la
conflagración. Se cuantifican 3.358 ejecutados en Cataluña durante el régimen
de Francisco Franco, incluidas 17 mujeres.
"Casi no
sabemos nada de ella, pero a través de su última carta muestra un poco quién
es. No despotrica, acepta su destino trágico con una normalidad que
asusta", resalta Ferrando, "simplemente reclama su inocencia.
Pero luego se preocupa por los demás: por su tía, por la familia, pide justicia
para sus compañeros ya que ella no la ha tenido...".
"No sé
cómo decirte lo que quisiera decirte con palabras de consuelo para que no te
desesperes", anota Carme para su 'nieta'. "La única cosa que te
consolará será pensar en nuestra conciencia tan limpia", reivindica,
frente a la muerte que se acerca.
La denunció una vecina, Maria Sallent, con dos hijos asesinados
en la retaguardia republicana. "Aparte de
la confrontación ideológica se juntaron intereses económicos", sostiene
Ferrando, "Angélica tenía pensado dejar su tienda a Carme. La familia
Sallent vivía en la misma casa y esperaba que se la dejara a ellos. Todo influyó: intereses económicos, envidias,
venganzas... Son el símbolo de las dos Españas enfrentadas, una viviendo
al lado de las otras".
Transcurrieron
47 días desde que Carme fue apresada junto a Angelina -en su caso, sería
castigada con cadena perpetua- hasta ser trasladada ante el pelotón de
fusilamiento tras recibirse el 'enterado' del dictador.
El juicio a
ambas en el tribunal militar fue el prototípico en posguerra, describe el
historiador: "Se citaron a seis testigos. Iban manipulados. El lenguaje
típico de la Falange se puso en boca de los testigos, manipulados
descaradamente. Ninguno testificó a favor. En ningún lado aparece un abogado
defensor en el caso de Carme. Las acusaciones eran tonterías, se magnificaron, y ellas indefensas, sin
un abogado que la guiase. En un mismo juicio se metían a 15
o 20 reclusos. En esos tribunales sumarísimos se violaban todas las leyes
humanas y divinas".
Claramunt -que
militó en Esquerra Republicana y Estat Català, pero sin destacar en sus filas- fue declarada culpable de
adhesión a la rebelión militar, acusación cínica bajo la que un
régimen instaurado por golpistas reprimió a numerosos opositores. Lo que se le
atribuyó fueron "exageraciones", subraya Ferrando: "Eran
denuncias en las que no hacía falta probar nada. Hay una acusación bárbara que dice que, por
culpa de Angelina y Carme, ha habido todos los asesinatos en Badalona durante
la guerra. Pobres chicas. ¿Quién puede creer que tuvieran
poder para decir a quién matar?".
La mujer
falleció en el parapeto del Camp de la Bota junto a otro badalonés, Ginés
Sánchez Quílez. "Tía querida, te deseo muchos años de vida y salud. Ya
notificarás a mis nunca olvidables hermanos, primos y amistades que me han
fusilado", rogaba Carme en la hoja que los descendientes de otra presa de
Les Corts han guardado.
"No hay
que mitificar", opina Ferrando, con materia tan dramática entre
manos, "lo que hay que
mitificar es el valor de las mujeres normales y corrientes. Y más en esa
época, que se echaron a la espalda toda la familia, en tiempos en que el marido
estaba en el frente o el exilio.
Merecen un
reconocimiento por sus vidas. Carme era una de esas personas, que tuvo la mala pata de que confluyeran unas
circunstancias que acabaron con su muerte prematura".
"Le mando
un sinfín de besos, su hija que nunca la olvidará", cierra la misiva.
(Roda de Berá, 1898 - Barcelona, 1939)