CRITERIO SOBRE
EL LENGUAJE
Nadie podrá poner en duda que el
vínculo que se establece por intermedio de la palabra escrita, manifiesta una
de las riquezas más relevantes que puedan gozar las personas.
Cuando nos
disponemos a leer, gracias a ellas nos aislamos del mundo de la acción humana,
que a veces, por la fatiga de rutinarios pormenores, el agobio de los
sinsabores cotidianos y las continuas sensaciones de fracaso o el pánico a la
violencia de sufrir alguna agresión producto de los sistemas perversos
imperantes que gobiernan las sociedades de todo el planeta, muchas de ellas
resultan ser consecuencias de los medios de comunicación masivos encargados en
su mayoría de difundir actos de violencia en todas sus manifestaciones haciéndonos
adoptar una postura hostil para con los demás y cerrada a los diversos matices positivos y cotidianos que nos rodean.
Buscando un
conveniente refugio anti estrés, nos sumergimos simplemente a través de los
signos de expresión en un remanso para poder encontrar un momento de esparcimiento,
un elixir para el alma, un concepto más amplio y bello de la vida o una lectura
que resulte útil a nuestro crecimiento
personal e intelectual a fin de conocer
relevantes datos históricos, información actualizada de especiales temáticas, políticas, etc. estas, resultan ser una extensa lista de materias de enseñanzas diversas, o simplemente en
alguna ficción que distraiga nuestra atención del entorno que nos desconcierta.
Curiosamente,
la disposición fundamental para entender a otra persona participante de un
diálogo o disertación, es más asombrosa de
lo que se cree.
Muy pocos
intercambios de opiniones demuestran una real voluntad de comprenderse entre interlocutoras/es.
Infinitas
bocanadas de sonidos “flatus voxis” (loc. lat.) son emitidos diariamente por la
mayoría de las personas. Precisamente, basta
con detenerse cómo expectante a escuchar las conversaciones que se dan
alrededor nuestro, ya sea entre personas o entre pueblos para comprobar sus incongruencia.
Generalmente
estos coloquios parecen diálogos en voz alta entre sordos incompatibles, debido
que cada cual habla exponiendo irracionalidades o intentando imponer sus ideas
con prepotencia creyéndose que posee una verdad con insensatez, planteando problemas personales superficiales, para
justificarse de alguna acción deliberadamente impropia, para hacerse valer o
acusar en forma desmesurada al que se le considere antagónica/o, incongruente y
ni que hablar si se toca el diálogo político.
En
resumidas cuentas todo resulta suceder en las conversaciones más diversas con un ruido verborrágico e insubstancial de
definitivo desentendimiento.
Por
naturaleza cada integrante de la humanidad tiene necesidad de expresarse,
sentirse escuchada o escuchado, y comprendida o comprendido, pero lamentablemente no siempre se logra
el objetivo final fijado.
Este perturbado
mundo colectivo que vive tan descorazonado y angustiado producto de la
violencia generalizada y establecida en los hábitos cotidianos, sumados a las
brutales guerras arbitrarias, el vandálico terrorismo internacional, la pobreza
junto con el hambre de los desposeídos, la alucinógena droga, la sexualidad
promiscua, los feminicidios diarios, la pederastia encubierta en
corporaciones deplorables con disfraces de clérigos, pastores o rabinos, la justicia ciega y
corrupta, la cruel búsqueda desmesurada por obtener un materialismo
indiscriminado que esconde detrás de cada estereotipo el éxito personal
inalcanzable y las tendencias extremistas de sistemas macroeconómicos convertidos
en fondos buitres queriendo acaparar nuestro patrimonio, no ofrece un marco
adecuado para la comunicación, por el contrario, resulta un entorno inhóspito
para obtener tal consonancia, el miedo es el que prevalece en cada estado
anímico consciente o subconsciente. Pareciera hoy exagerada esta representación
o por demás desmoralizadora pero con sólo conectarse con cualquier medio de
información esta realidad es reveladora.
Ante tales
nefastas circunstancias intentar conseguir una comprensión profunda exige tener
mucho coraje, una muy buena predisposición a dar un mensaje lo más claro
posible y una tolerancia inagotable para obtener el resultado deseado, puesto que implica un
compromiso de alto riesgo al enfrentarse a las demás personas que se encuentran
herméticamente encerradas en su egocéntrico individualismo.
Al sentirse
incomprendidas las personas pierden la fe en sí mismas, en la vida diaria, mudando
su estado de ánimo al pesimismo, la depresión y también a poner en duda la
existencia de una divinidad culturalmente creada por las diferentes religiones
de turno que suelen ser adversas, se
bloquean, se retraen, se encierran, se confunden y por último definitivamente se
aíslan buscando en adicciones como el alcohol o la droga eludir esas realidades
y ampararse en un mundo ilusorio acorde a sus necesidades básicas de
supervivencia artificiosa.
No se puede
crecer, evolucionar ni desarrollar sin sentirse al menos comprendida o comprendido por una persona. Quien quiera ver claro en sí misma, debe abrirse a algún confesor o confesora elegida libremente y digna
de su total confianza.
“Ninguna persona, aunque tuviera todos los bienes exteriores, elegiría vivir sin amigos”.
Aristóteles – (modificando lo patriarcal de la frase, altero al aplicar el término de "personas" por la de hombres según la aplicación del filósofo misógino)
Cuando
elegí asumir la responsabilidad de realizar esta investigación, fue un desafío
conmigo misma. El enigma y la incertidumbre frente a los voluminosos tomos del diccionario me armaron de perseverancia y temple entrando en una concentración
y frecuencia con el tema que tenía la sensación de estar entrando a un mundo totalmente
aislado del común.
El desafío
me resultaba muy provocador y mi adrenalina se despertaba en atrevido reto. Jamás
imaginé terminar escribiendo estas líneas y menos que la minuciosa búsqueda
resultara ser producto de esta edición como un tratado ampliamente comprobado sobre
discriminación de la mujer en el lenguaje y el corolario final resultó ser
un libro de consulta internacional del idioma sin precedentes.
Tengo una
sensación muy especial que me conmueve lo más íntimo de mi ser y es que logré
compendiar una obra que en cierto modo tiene algo que decir a las décadas y
generaciones venideras por consiguiente les quiero dedicar estas palabras
especialmente a las familias células esenciales en toda sociedad civilizada
para que recapaciten y no utilicen el lenguaje como instrumento bélico, sino
como herramienta fundamental para sembrar el amor y lograr un mundo de paz en
el cual todas las personas ambicionamos vivir con derechos de igualdad incuestionables.
©María Cristina Garay Andrade©
Buenos Aires - Argentina
Buenos Aires - Argentina