INVADIDAS Y ACORRALADAS
POR EL LENGUAJE MACHISTA

MACHISMO

Actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer.
Sinónimo: falocracia

Falocracia

Actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer.
Sinónimo: Machismo

IRÓNICO:
Dominio del hombre en la vida pública.

Machismo: Aplicando una superioridad masculina, es el hábito de menospreciar y destruir la autoestima de una mujer, creyéndose superior a ella, así se ejecute en forma solapada verbal y/o violenta.

La desestimación a la inteligencia femenina no es una revelación que sea sencillo de explicar. Somos resultantes de rancias culturas segregacionistas desde nuestro nacimiento. Salir ya paridas del alta médica y de camino a casa la determina por lo general  la definición de colores que marca nuestro destino “eres una niña” indiscutiblemente, tu color será un ajuar rosa, si bien esto ha evolucionado en la actualidad, se sigue aplicando. Luego el salvajismo caníbal e inhumano de perforarnos el lóbulo de las orejitas con un cruel abridor aparentemente indoloro sujetando en ellos pequeños aritos. Era casi imprescindible este ritual para identificar nuestra sexualidad apenas asomando a la vida, sumado al tradicional disfraz rosa que con orgullo mostraban nuestros progenitores.

Muchas veces se oía decir: “qué pena que no fue varón”.

Podemos señalar entonces que hemos nacido discriminadas ya por un machismo cultural, muy arraigado en nuestras madres en la transferencia de pedagogías hereditaria, concretamente eso tenían por camino las mujeres para aplicar en nuevas generaciones.

Bienvenida a la Tierra! Usted está pronta a nacer. Me presento, soy "EL SISTEMA MACHISTA” que intentará con éxito prefijar su jerarquía de mujer en una sociedad que la condicionará arteramente para agradar al hombre, servirlo  y obedecerlo. No soy el propietario del mundo pero me he tomado algunos atrevimientos de manejarlo a mi antojo en muchos países, simplemente porque usted ha nacido en estos tiempos de sociedad patriarcal a la cual ciertamente deberá someterse. Yo le daré una clara identidad de cómo ser mujer, llenando su capacidad mental de absurdos establecidos que deberá practicar sin otra elección.
Cuando llegue a la edad de su plena juventud, por lo menos una vez al año como mínimo usted se comprará nueva vestimenta de moda y se creerá "original y única. Le ofreceremos un sin fin de posibilidades en el consuma para se sienta plenamente una mujer preparada para enamorar a cualquier hombre.

Suena a realidad aun en este mundo contemporáneo.


Hemos ido creciendo en un mundo que prefijaba estrictamente el patriarcado, claro está que intento con este ejemplo dirigirlo a quien dispusiera un nivel económico familiar que le otorgara todas esas posibilidades ilustrativas, de lo contrario comenzaría a lamentar frustraciones y sentiría sin duda su autoestima menoscabada.

MANIPULADORES

Para sintetizar un poco el tema y no explayarme con muchas referencias, porque realmente hablar de machismo implicaría  argumentar contextos casi interminables.

Veremos aparecer en ese tiempo en los años de plena adolescencia a machitos seductores y manipuladores en plan de plena conquista. Ese muchachito principesco azul que teníamos incorporado por los famosos cuentos de Walt Disney que nos despertaba al amor, se hacía presente deslumbrándonos con su ilusorio atractivo de experiencia varonil.

Esa es la escuela del patriarcado encubierto ya ejercida por herencia de sus antecesores. Como un cazador que fija su trofeo, envuelve en apasionado romance a su presa, puede resultar circunstancial hasta lograr saciar sus apetitos venéreos y luego marcharse por conseguir una nueva conquista o entrar en la zona de confort que prolongará la relación en convivencia para convertirse en el hombre de la casa, modificando su actitud de galán enamorado, a marido o pareja de una sierva y sumisa esposa hasta el hartazgo. Ya la mujer no es la misma de por aquel entonces. Comienza el abandono, la rutina y el tiempo ocupado en esos quehaceres domésticos.

El machismo perfeccionó con destreza dañar verbalmente a la mujer en un comienzo de maltrato, aplicando palabras hirientes como dagas envenenadas atacando concretamente su privativa estimación.
Ente cualquier desacuerdo dejan asomar siempre los poderes machistas para ofender la valoración de la persona agredida, por consiguiente rebajada, calumniada, denigrada convertida en un ser indefenso rehén del miedo y objeto de su enmascarado poder.


Una sentencia que resulta común escuchar en intercambio de opiniones frecuentes entre varones, es que las mujeres no entendemos mucho de la vida, carecemos de inteligencia, no sabemos tomar resoluciones ante determinadas circunstancias y siempre existe un resultado impropio a la opinión vertida por la mujer o  burla entre risas de amigotes.

En síntesis no solo esa noción sobre la mujer se tiene en mi país, podemos asegurar que resulta una pandemia mundial y es habitualmente notorio porque va desde una figura ideal y principesca al principio de la relación, pero carente de verdadera autenticidad hasta que se despierta el estereotipo más esquemático masculinizado por el machismo, sino también, los evidentes prejuicios que aún pesan sobre definiciones violentas de lo femenino y su libertad de decidir.

Toda mujer ha recibido en alguna ocasión comentarios donde esconden un doble mensaje, una burla sutil a su esfuerzo por llegar a ser una profesional o trabajo habitual, a lo que comúnmente podemos llamar éxito logrado.

El menosprecio al razonamiento y al talento femenino no es un fenómeno que sea sencillo de explicar en una formación que disciplinó el comportamiento de la comunidad hasta considerarlo aprobado y admitido.

La mujer debe enfrentar comúnmente el hecho que la sociedad tradicional asimila su imagen y conducta desde un constante empobrecido juicio de valores en la que tiene todas las de perder, esto resulta ser producto de la cultura machista y patriarcal imperante en la sociedad actual.

Ese desprecio directo hacia la mujer que piensa, crea y se desempeña con eficiencia, debe soportar el menosprecio en los mismos espacios masculinos como un presagio de una cultura que acepta la discriminación como un mal crónico e irreversible, incluso, algo ocasional sin importancia aceptado por costumbre.

La mujer no goza del reconocimiento pleno a su natural inteligencia, y menos de su valor real de lo que pueda crear. Lo que resulta más perturbador es lo que comprendemos como parte de esa apariencia femenina estereotipada por el recalcitrante machismo.

Resulta ser una herencia histórica insustancial que cargamos desde siglos. Sacudirnos el polvo ancestral de la discriminación por ser mujer es nuestra lucha imperecedera para qué se nos reconozca los verdaderos valores de humanidad que nos otorga la naturaleza misma.

Toda mujer ha recibido en alguna ocasión por su desempeño fuera de la norma a su condicionamiento por el arte culinario y ser madre,  un perspicaz comentario masculinizado, una burla sutil a su esfuerzo de trabajo diario, siempre perjudicado con menor salario que recibe el hombre. Es el resultado por haber osado vulnerar la configuración patriarcal o decidir vivir contramandato de no querer ser ni madre, ni esposa.

Es un mundo limitado y restringido, que parece dejar muy en claro, que la otra parte de la humanidad masculina se encuentra en una posición distinta, totalmente inaccesible para la mujer resulta ser un deplorable paradigma.
Después de conocer diferentes episodios semejantes a la fuerte discriminación que sufre la mujer que vive superando políticas que la condicionan, si resultara victoriosa del concepto argumentado por el varón, una mujer se preguntará con frecuencia qué ocurriría con el criterio de feminidad en un mundo que lo menosprecia de origen.

En una cultura donde pertenecer a la otra parte de la humanidad y aparecer fuera del argumento patriarcal establecido, se subestima en favor de una interpretación histórica que se conserva a pesar de la evidencia superadora de estructuras arcaicas ya liberadas por la mujer. La mujer ya supera los condicionamientos culturales.

La contrariedad parece ser aún más grave: la identidad de la mujer se ve sometida a una serie de repeticiones y presiones que sin duda provienen de esa noción sobre ser el sexo "débil". La mujer debe ser entonces como un objeto de vigilancia y sometimiento de obediencia insoslayable. La mujer frágil conviene ser aconsejada y su opinión debe interpretarse siempre a medias o descabellada.

No lo dudo, la mujer ha recuperado gradualmente su espacio y lugar en la historia contemporánea. Luego de años de invisibilidad y sobre todo de desestimación de una sociedad que hasta hace menos de dos siglos debatía sobre la existencia del alma femenina, ha logrado construir superando complicadas dificultades un concepto a la medida de sus aspiraciones. Pero aun así sigue enfrentando el prejuicio mínimo, ese que parece resistir el peso de la evidencia sobre su identidad como algo más que una abstracción cultural. Lucha por ganar una batalla diaria para construir una impronta personal.

Esta situación expuesta sobre machismo, no siempre termina en diálogo de personas civilizadas, por el contrario la violencia se hace presente en el trato y el final podemos definirlo con una serie de consecuencias catastróficas, pero sería entonces derivar en el extenso tema de violencia doméstica que resultaría una enciclopedia de múltiples casos todos diferentes.

Librarnos del machismo costará violencia, vidas y cambios de concepciones, pero nada ha de detenernos, el hombre – varón- macho, terminará deponiendo su actitud de superioridad.



©María Cristina Garay Andrade©
Buenos Aires – Argentina